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Buber: LA DOCTRINA DE HEIDEGGER
quarta-feira 23 de março de 2022, por
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La “resolución” de la Existencia para llegar a ser “ella misma”, representa en verdad su abroquelamiento definitivo —aunque se presente en formas humanas— frente a toda unión genuina con los demás y con lo otro. Esto lo vemos con mayor claridad si pasamos de la relación de la persona con individuos a su relación con la generalidad anónima, ésa que Heidegger personaliza llamándola das Man (el “Se”). También en esto le ha precedido Kierkegaard con su concepto de “multitud”. La multitud en medio de la cual se encuentra el hombre cuando quiere ahondar en sí mismo, es decir, lo general, impersonal, sin rostro ni figura, lo término medio y nivelador, en fin, la multitud, que, según Kierkegaard , es la no-verdad. Por el contrario, el hombre que escapa de ella, que se sustrae a su influencia y se convierte en “singular”, es, como tal “singular”, la verdad. Porque, según Kierkegaard , no hay ninguna otra posibilidad para que el hombre se convierta en verdad humana, esto es, en verdad condicionada, que la de abordar la verdad absoluta o divina adentrándose en una relación decisiva con ella; pero esto sólo lo puede hacer siendo “singular”, cuando se ha convertido en un ser personal con responsabilidad propia completamente independiente. Y uno se hace “singular” sustrayéndose a la multitud, que arrebata la responsabilidad personal o por lo menos la enerva.
Heidegger recoge el concepto de Kierkegaard y lo trabaja de la manera más sutil. Pero el llegar a ser “singular” o, como él dice, llegar a ser “uno mismo” ha perdido para él la finalidad de entrar en relación con la verdad divina y convertirse así en verdad humana. La hazaña vital del hombre que consiste en libertarse de la multitud, mantiene en Heidegger su carácter central pero pierde su sentido, que consiste en conducir al hombre más allá de si mismo.
Casi con las mismas palabras de Kierkegaard dice Heidegger que das Man (el “Se”) le arrebata en cada momento a la Existencia su responsabilidad. En lugar de hallarse recogida en sí misma, la existencia del ser humano se dispersa en el “Se”. Tiene que encontrarse a sí misma. El poder del das Man actúa en forma que la Existencia se vacía por completo en él. La Existencia que sigue al das Man lleva a cabo una huida ante sí misma, ante su “poder ser ella misma”, defrauda a su propia existencia. Únicamente la Existencia que se “rescata” de su disipación (por lo demás, una idea gnóstica con la que los gnósticos daban a entender la recolección y salvación del alma perdida en el mundo) en el das Man llega a ser “ella misma”.
Hemos visto que Heidegger considera la etapa suprema no como aislamiento sino como resolución para ser-con-los-otros; también hemos visto que esta resolución no hace sino corroborar la relación de solicitud en un plano superior, pero no conoce ninguna relación esencial con los demás, ningún yo-tú con ellos que rompiera con los limites de “uno mismo”. De todos modos, en la relación entre persona y persona se afirma también una relación que afecta a ese “mismo” liberado, la de solicitud, pero falta por completo la referencia correspondiente a la relación con la pluralidad impersonal de los hombres. El das Man y todo lo que le corresponde, la “charla”, La “curiosidad” y el “equívoco” que allí reinan y de los que participa el hombre caído en sus dominios, todo esto es puramente negativo, destructor de la “mismidad”, y nada positivo ocupa su lugar; la generalidad anónima es rechazada como tal, pero no hay nada que la sustituya.
Lo que Heidegger dice sobre el das Man y la relación de la Existencia con él, es, en lo esencial, justo. También es justo que la Existencia tiene que desprenderse del das Man para llegar a ser “ella misma”. Pero viene después algo sin cuya presencia lo que en si es justo se convierte en lo contrario.