Página inicial > Existencialismo > Alma e anima (Zubiri)

Alma e anima (Zubiri)

sexta-feira 14 de novembro de 2008, por Cardoso de Castro

Zubiri1982a

Lo primero que hay que decir es que la psyché no es simple «espíritu», esto, es, algo meramente dotado de inteligencia y voluntad, como pretendía Descartes  . No que la psyché carezca de estas notas, sino que la psyché es algo que desde sí misma, por su intrínseca índole está entitativamente (es decir, en el orden constitutivo) vertida a un cuerpo. No es que la psyché «tenga» un cuerpo; no es que tan sólo «necesite» de un cuerpo para actuar. Es que en sí misma, por ser la realidad que es, es formalmente «versión-a» un cuerpo. Y en este sentido decimos que no es simple espíritu sino que es «ánima», alma. Alma y ánima, pues, no significan aquí que es algo que anima a un cuerpo, sino que es algo cuya realidad constitutiva es ser exigencia entitativa de un cuerpo. Tanto, que su primer estado de animación se lo debe al cuerpo. Esta condición es lo que expresamos diciendo que el alma es «corpórea» desde sí misma. Lo que hace que la psyché sea alma es su «corporeidad». Esta expresión puede prestarse a equívocos. Puede entenderse que se trata de que el alma sea una propiedad corporal en el sentido de material. Pero esto nada tiene que ver con lo que acabamos de decir, naturalmente. Por otra parte, la expresión «forma de corporeidad» ha sido usual entre algunos escolásticos. Pero con ella designaban una especie de forma sustancial que confería a la materia prima su realidad corporal que la hacía apta para una información anímica. Pero lo que he llamado corporeidad no es una «forma sustancial» sino un carácter «estructural», a saber, la índole del «de» cuando decimos que toda alma es estructuralmente «de» un cuerpo. Y en segundo lugar, no es el alma quien confiere a la materia su carácter de cuerpo, sino que en cierto modo es lo contrario: es el alma la que por estar vertida desde sí misma a un cuerpo es corpórea; por tanto, es el cuerpo quien califica al alma de corpórea. El alma es, pues, estructuralmente «corpórea».